Basilea III no es perfecto. Es posible que acabe generando una carrera de las entidades financieras por limitar sus controles. Para ello tienen varias opciones. La más obvia es el arbitraje regulatorio, o sea, trasladar sus operaciones a países cuyos reguladores apliquen las normas con más suavidad, sobre todo las referentes al colchón anticíclico voluntario del 2,5%, cuya puesta en práctica es opcional. O disimulando el riesgo de los activos.
Pero no hay una forma unificada de medir el riesgo de los activos. De hecho, hay dos estándares diferentes. Uno es el del Comité de Estándares de Contabilidad Internacional (en inglés IASC [sic]), cuyos criterios, que empezaron en Europa, se están imponiendo lentamente, pero que todavía distan de tener una aceptación generalizada. Estados Unidos, por ejemplo, aplica las normas del Comité de Estándares de Contabilidad Financiera (FASB, según sus siglas en inglés). En todo caso, ninguno de los dos es fiable al 100%. Y, como muestra, un botón: el IASC, la organización privada que elabora los criterios vigentes en Europa [sic], pasó por serias dificultades financieras hace un año, cuando dos de sus más destacados miembros, los bancos de inversión estadounidenses Bear Stearns y Lehman Brothers, dejaron de existir y de pagar sus cuotas [sic].
Los paraísos bancarios; Los países que apliquen Basilea III con más suavidad se convertirán en destino preferente de la banca. - PABLO PARDO - 19 Set 2010 - El Mundo
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